19 de noviembre de 2008

El mito de la eficiencia en el sector privado

Estos días he iniciado el trámite para el ingreso a la Maestría en Gerencia de Proyectos que imparte el Instituto Tecnológico de Costa Rica. Como parte de ese proceso, es necesario aportar una certificación de los cursos aprobados en la carrera; así que me dirigí al Registro de la Universidad de Costa Rica, donde luego de pagar mil quinientos colones en las cajas, me fue entregada la certificación en forma casi inmediata en otra ventanilla.

Se me ocurrió (genial idea), aportar también una certificación de los cursos que he aprobado de la carrera de Derecho en la Universidad Fidélitas, para que fueran considerados en el proceso de evaluación para el ingreso a la Maestría. Muy temprano esta mañana llegué a la oficina de Registro en donde me pasaron un formulario a fin de que especificara si quería una constancia o una certificación; antes de continuar pregunté cuándo estaría el papel y me dijeron que en ocho días, a partir del momento en que pagara... aquí ya no pude escuchar bien, me parece que la joven dijo que debía pagar doce mil colones en el caso de una constancia y si era certificación, dieciséis o dieciocho mil colones.

Me hizo gracia, ¡la verdad!, pues se supone que los estudiantes en las universidades privadas estamos comprando tiempo y con ese propósito comprimen en un año lo que normalmente se llevaría en año y medio o dos años (esperamos que esto no vaya en detrimento de la calidad de la enseñanza). Me pregunté cómo era posible que no hayan podido alcanzar esa eficiencia cuando se trataba de hacer una simple certificación (que de por sí el estudiante paga generosamente -que no gustosamente-).

Cosas veredes Sancho.

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