24 de diciembre de 2008

¡Feliz Navi-Cola!

Estas serán las últimas líneas que escriba en este año (a menos que el 31 tenga el impulso de escribir algo antes de que termine el año). A partir de mañana inicio una gira por Corcovado la que terminará el próximo 31. Estoy muy ilusionada por los lugares que podré conocer y algo preocupada, pues ignoro si estoy lo suficientemente en forma para soportar las caminatas (ya les contaré a mi regreso). Por ahora, los dejo con la columna de Rónald Díaz de Informatico.com, donde viene un interesante comentario sobre el árbol de Navidad de la Municipalidad de San José. Un fuerte abrazo a todos en esta Navidad.

El árbol navideño de la Coca Cola se erige, con la bendición de la Municipalidad de San José, como un auténtico símbolo de la influencia y presencia de las marcas en el tejido social.


Chris Hooper, quien es director de anuncios para televisión y ha trabajado para empresas como Mc Donald’s y Coca Cola, describe su trabajo como la creación de “imágenes que sirven para vender productos a gente que realmente no los necesita”.

El trabajo de Hooper explica también por qué no se puede subestimar el poder de la publicidad y el marketing cuando juntas, estas herramientas, son capaces de convertir una simple bebida azucarada en un emporio global.


Los anuncios de Coca Cola fascinan al público. Están hechos magistralmente, y por ello, tampoco son inocentes. Desde aquel viejo comercial en donde “jóvenes de todo el mundo se reunieron en una colina de Italia” hasta la moderna “fábrica de la felicidad”, los mensajes de esta famosa bebida siempre han buscado convertir palabras, imágenes y melodías en activadores de acción.


La persuasión se vale de estos "triggers of action" para evocar respuestas deseadas, que en el caso particular de la Coca Cola, es la elección de esta bebida por encima de cualquier otra que se le parezca.


Ernest Dichter, desaparecido investigador a quien se le conocía como “señor motivación masiva”, enfatizaba con vehemencia el factor emocional en la venta de productos. Para Ditcher, cualquier producto debe apelar a nuestros sentimientos “profundamente en los rincones psicológicos de la mente”.


La Coca Cola elevó la lección de Ditcher a niveles de perfección y logró asociar su producto estrella con deseos y sentimientos arraigados en valores universales y, de paso, se apoyó hábilmente en poderosos símbolos existentes como el árbol de Navidad y el propio Santa Claus.

Lee Clow, desarrollador creativo de la campaña de Apple “Piensa diferente”, explica que las marcas son hoy en día parte del tejido social y de nuestro sistema de ordenación de las cosas. Las marcas –dice Clow- “articulan quién eres y qué valores te caracterizan”.


Quizás, por eso a nadie sorprenda ese gran árbol “navideño” ubicado al frente del Gimnasio Nacional. Ahí se ve tan normal como el hecho de que en nuestras escuelas se venda cada vez menos leche, y más Coca-Cola.


Pierre Martineau, un viejo maestro de la construcción de imágenes, aconsejaba a los comerciantes crear una situación ilógica que llevara al consumidor a enamorarse de su producto, al punto de serle leal aunque su contenido fuera similar al de las marcas competidoras. Esa lealtad ilógica requiere de una diferenciación mental y una individualización del producto, cuya “personalidad” sea un confiable factor de venta.


En esta época, esa diferenciación se llama el “lado Coca Cola de la Navidad”. Un cuento tan bien contado, que hasta la Municipalidad de San José lo quiso creer.

22 de diciembre de 2008

La carrera de la muerte

El jueves pasado me topé con la grata sorpresa de que no tendría que hacer el examen final de uno de los cursos de la universidad; así que rápidamente tomé mi bolso y salí del aula con la esperanza de no volver hasta el próximo año. Ya fuera del edificio pensé en retomar las visitas al cine, que había dejado por las carreras de los cursos y el trabajo. Me subí a un taxi y le pedí que me llevara al Mall San Pedro, donde la oferta de cine es amplia y queda lo suficientemente cerca de mi casa para no tener problemas al regreso.

Como se trataba de una visita al cine sin planificar, no tenía muy claro la película que elegiría; así que lo dejé a la suerte y el número 8 fue el favorecido. En la sala 8 el filme que se proyectaba era La carrera de la muerte (Death Race), una película que llegó a las salas en este año, protagonizada por uno de los chicos malos de los filmes de acción, Jason Statham.

El preámbulo de la película me pareció muy interesante, pues se trataba de una cárcel administrada por la empresa privada, donde la violencia se convierte en espectáculo. Un tema candente si tomamos en cuenta que aun en nuestra querida Costa Rica a algún político le pareció que sería una excelente solución al problema que significa para el Estado el mantenimiento y administración de los centros penitenciarios.

La salida fácil de nuestros gobernantes no es algo nuevo (si les damos el beneficio de la duda respecto de sus intenciones), y lo más sencillo es pasarle el problema a otros. Pero el verdadero problema inicia cuando la rentabilidad y los ingresos ilimitados son el objetivo y no los propios del servicio que se ha puesto en manos privadas.

En la película la rehabilitación de los presos no era el objetivo, pues lo que les interesaba era tener carne humana para sus espectáculos. Incluso, se llega hasta a inculpar a inocentes para tenerlos a disposición de las autoridades carcelarias y como peones de su juego. Vemos la violencia y el sufrimiento humano como mero espectáculo (cualquier similitud con los noticiarios de la actualidad es pura coincidencia) y un negocio para personas inescrupulosas.

Por mi parte, hubo escenas en las que no dejé de arrugar el rostro y traté de cubrirme los ojos (aunque vaya en contra de mi voracidad cinéfila), pues debo admitir que la violencia extrema no me parece fuente de diversión. Quizás se deba al hecho de que no acostumbro ver las noticias por la televisión; prefiero informarme leyendo periódicos o visitando sitios informativos en la internet (costumbre, la primera heredada, de mis padres).

19 de diciembre de 2008

Tradiciones navideñas

Por fin ha llegado el final de cuatrimestre, ya sin obligaciones académicas sobre mis espaldas, puedo darme el lujo de disfrutar plenamente el mes de diciembre, el mes de la navidad, de los vientos alisios y de las sonrisas. El mes en el que los niños están en sus casas tratando de convencer a sus padres de que se han portado muy bien a lo largo del año y esperan recibir el premio a su esfuerzo (convertido en regalos, por supuesto).

Este será el primer año en que no tenga a mi lado a mi mamá para disfrutar de los aires navideños y de los tamales. Aunque los dos últimos años no hemos podido disfrutarlos en grande, debido a la enfermedad que padeció, siempre estuvo ahí con una sonrisa y con el antojo de un tamal (que nunca sería tan bueno como los que ella hacía). Desde muchos años atrás iniciamos la costumbre de ir juntas a la misa de gallo. Cuando se puso malita, el plan era verla por la televisión o escucharla en la radio (nunca llegaba a tiempo para compartirla con ella en ese nuevo medio, pero me quedaba un rato a su lado sosteniendo su mano y contándole infinidad de cosas). Este año, no quiero faltar a la cita, sé que ella estará ahí conmigo.

16 de diciembre de 2008

Tránsito en la capital

Durante estos caóticos días en los que las calles josefinas (y de más allá) están llenas de vehículos y las personas van de acá para allá zigzagueando entre la acera y la calle, ante la imposibilidad de caminar por el espacio que les corresponde en las aceras, pensé en las soluciones que históricamente han recomendado para desahogar un poco el área metropolitana. En ese recuento recordé un comentario que escribí en el 2001 que me pareció muy simpático y quisiera compartirlo con ustedes. En todo caso, creo que la solución está en convertir el centro de la ciudad en un lugar bonito para caminar (al fin y al cabo, caminar es saludable), y eliminar el transporte vehicular (salvo contadas excepciones).

Siempre que escucho a los “especialistas” referirse a las soluciones para el exceso de tránsito de vehículos en el centro de San José, quedo pasmada cuando afirman, con la seriedad que generalmente nos convence a quienes carecemos de su formación técnica, que el problema se resolvería sacando del centro el transporte público, sea, los autobuses, busetas y microbuses. Digo que quedo pasmada frente a esa afirmación, porque me parece ilógica. ¿Cómo es posible que sea mejor sacar del centro un medio de transporte que lleva alrededor de 50 personas, para darle espacio a los vehículos particulares que muchas veces solo llevan a su conductor?

Luego yo, siempre de “mal pensada” me contesto que probablemente estos “especialistas” tengan su vehículo particular; que los funcionarios públicos que los contrataron, tengan su vehículo particular; que los políticos que nombraron a los funcionarios públicos, tengan su vehículo particular; que los comerciantes que financiaron las campañas que convirtieron a los políticos en funcionarios públicos, tengan su vehículo particular…

Y, como no quiero pecar de “mal pensada”, dedico buena parte de mi tiempo a reflexionar sobre el tema: ¿a qué se debe que la solución sea quitar el transporte público del centro y no limitar el ingreso de los vehículos particulares?

Y brotan en mi mente imágenes de todos los “pobres diablos”, por supuesto yo incluida, que no tenemos carro y debemos caminar desde donde nos deja el autobús hasta nuestro trabajo. Me imagino los accidentes peatonísticos por el exceso de tránsito en las intransitables vías –valga la contradicción- llenas de huecos, hechas de material resbaladizo, obstaculizadas por los incontables puestos de venta con o sin permiso municipal y, en muchos casos, con espacio suficiente para una sola vía.


Pero… debo ponerme seria y evitar estos pensamientos que brotan de mi inconsciente, tan golpeado como mi cuerpo en el “rally” cotidiano hacia mi trabajo. Y digo que debo ponerme seria porque es necesario estar a la altura de los “especialistas” que pretenden que el bus me deje “botada”a dos kilómetros de mi destino, sin ofrecerme una opción mas que la de comprar tenis y cambiarlas por los tacones, antes de iniciar la travesía.

Sin embargo, no logro contenerme porque por absurda, la propuesta de los “especialistas” solo logra que me invada la risa; aunque, como dice un triste bolero que alguna vez escuché: “río por no llorar”.

11 de diciembre de 2008

Un paseo a Puntarenas

Hoy, mientras huía de San José en busca del sol porteño, recordaba la primera vez que lo visité hace ya tantos años. En esa oportunidad, mi mamá y mi papá nos llevaron a todos los hermanos menores (Marielos, Isaac, Patricia, Daniel, Alejandra y yo), junto con la novia de mi hermano Isaac, a Puntarenas. Era la primera vez que me enfrentaba al imponente mar, aunque ya estaba bastante grandecita... creo que ya estaba en el colegio. Como no sabía a lo que iba y recién había adquirido la responsabilidad de elegir mi ropa, seleccioné mi preferida (un bonito pantalón rojo y una camiseta... también roja -queda claro que en esa época la moda y yo no íbamos de la mano... aunque creo que nunca ha sucedido tal cosa...-), que evidentemente no era la más apta para la ocasión.

Sin embargo, fue toda una aventura para mí; como siempre, estaba agobiada por el sol y mi tradicional "bronceado morgue" no ayudaba. Ese día -como era domingo- mi mamá nos llevó a misa y luego, mi hermano Isaac (quien era el fotógrafo de la familia en ese momento), nos sacó una fotografía en el parque.


De regreso, otra nueva experiencia que no he podido volver a repetir, subirme al tren. Fue un viaje largo y cansado, durante el cual dormí la mayor parte del tiempo, solo interrumpida por mi mamá, a quien le preocupaba que fuera sentada junto a un desconocido; así que, a cada rato, me llamaba para ofrecerme un confite o cualquier otra cosa y... terminaba siendo el desconocido quien me despertaba, pues en mi profundo sueño, no escuchaba su voz.

9 de diciembre de 2008

Preocupaciones navideñas

Estos días me he sentido algo agobiada. Las personas tenemos la particularidad de complicarnos la vida, en épocas del año en las que deberíamos estar más relajadas y disfrutando de los cambios en el clima y los bellos recuerdos que se suman cada Navidad. Sin embargo, estamos abrumados por el trabajo, la organización de fiestas, la compra de regalos y tantos otros motivos que se nos pueden ocurrir.

Se suma a mi agobio la gira que estamos organizando para fin de año en el Club de Montañismo. Desde el 25 y hasta el 31 de diciembre estaremos en Corcovado, conociendo sitios de difícil acceso para el costarricense común y que generalmente son disfrutados solo por turistas. Será mi primera gira de tantos días, en la que deberé nivelar el peso del salveque con las comidas necesarias para recuperarme de las intensas caminatas. Una mezcla de placer y de dolor que me marcarán y engrosarán la base de datos de mis recuerdos.

Mi recomendación, y lo escribo para ver si yo también la sigo, es que dejemos de preocuparnos por las múltiples actividades pendientes y empecemos a ocuparnos. Sentémonos a terminar nuestros trabajos pendientes, hagamos las compras de lo que necesitamos para esa reunión con amigos y familiares, vayámonos de tiendas o sentémonos en casa (los más creativos), para comprar o hacer los regalos de nuestros seres más queridos... y, sobretodo, disfrutemos al máximo de cada instante, pues al final no nos quedarán las huellas de las preocupaciones, sino el recuerdo de todas las cosas que hicimos en estos días.

8 de diciembre de 2008

A 14 años de la muerte de ecologistas de AECO

Hace catorce años fallecieron cuatro ecologistas de la Asociación Ecológica Costarricense (hoy extinta). Por la importancia que tiene la memoria de los pueblos, quiero compartir el artículo publicado hoy en Informatico.com escrito por Fernando Francia, el cual adquiere especial importancia en la actualidad, debido a los múltiples ataques que se han dado contra la naturaleza.

La crónica roja tiene en sus archivos notas sobre un incendio en Guadalupe un 7 de diciembre de 1994. Aunque en algunos de los textos de la época puede leerse que se trataba de ecologistas con alguna breve reseña sobre sus luchas y logros, no fue suficiente como para que la memoria colectiva de un país guardara esa tragedia como un acto de amedrentamiento y una de las más atroces señales de que no se permitiría, en la pacífica y tranquila Costa Rica, atrevimiento como el que este grupo de personas podía prometer.

Para muchos la palabra accidente ya no puede ir asociada a un acto de tal injusticia como fue la muerte de los ecologistas de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO). Las sospechas, más que desechadas, se han ido confirmando al pasar de los años mientras la impunidad continúa cabalgando a sus anchas.

Arriba: Oscar y María del Mar. Abajo: David y Jaime.

Óscar Fallas, María del Mar Cordero, Jaime Bustamante y David Maradiaga eran militantes y dirigentes de la hoy extinta AECO.

La hoja de vida de esos luchadores, Óscar, María del Mar, Jaime y David, se extendía más allá de la AECO y podía pasar por ocupaciones de tierra, negociaciones con el gobierno, articulación de movimientos reivindicativos, creación de plataformas de coordinación popular.

Victoria final

Ese año 1994, había sido uno muy activo para la AECO. La campaña contra la Stone Forestal ya había terminado. La oposición al muelle astillero en el Golfo Dulce ya había sido decretada como una victoria. Desde aquél histórico campo pagado en que se le preguntaba al entrante presidente José María Figueres sobre la prioridad que tendría su gobierno respecto a la defensa ambiental, instándole a suspender la realización de ese muelle hasta la histórica campaña llevada adelante por las comunidades de la zona sur que supieron ver la importancia de la lucha organizada por sus derechos.

Una estrategia de lucha exitosa que combinaba el activismo, la coordinación entre organizaciones, la búsqueda de organicidad entre la comunidad, la generación de conciencia entre los pobladores que, en definitiva, le darían legitimidad a todo el proceso.

AECO no emprendió una lucha en solitario para ganar un galardón internacional. Prefirió hilar entre la gente, buscar a las organizaciones vivas de las comunidades que serían afectadas por el gran impacto ambiental y social de la actividad maderera que se daría en la zona.

La estrategia fue trazada con cientos de horas de reuniones, viajes al sur, conferencias, estudios, coordinación.

Hoy esa estrategia es utilizada en innumerables campañas en el mundo entero, con mayor o menor eficacia, con mayores o menores resultados, pero siempre con la mística de quienes emprenden luchas desde el corazón y la razón. Desde el amor por la vida y el amor por el planeta.

Su lucha sigue viva, porque en cientos de costarricenses su memoria está viva. Una memoria que a diario se transforma en lucha porque su trabajo no está terminado.

Mientras haya injusticia social, mientras haya destrucción ambiental y mientras la desigualdad y la impunidad sigan campeando en esta sociedad, alguien que haya tomado la bandera de sus manos seguirá luchando.

Óscar Fallas. Dirigente, movilizador y articulador, una personalidad de un gran carisma. Su huella, su enseñanza galopa hoy por cientos de personas que aprendieron con él que los sueños hay que empujarlos para que sucedan. Con una mirada profunda, una pluma incisiva y directa, pero sobre todo una brillante estrategia, Óscar hilaba entre el movimiento social hacia una lucha articulada, movilizadora. Su trabajo fue siempre una forma de organización desde abajo, que lograba la movilización de la gente que lograba identificarse y apropiarse de las luchas.

María del Mar Cordero. Una de las mujeres de fuego, de esas que encienden pasión y con ella emprende sus luchas y reivindicaciones. Su liderazgo era resultado de su aguda interpretación de la realidad, así como su especial forma de acompañar procesos en donde los verdaderos protagonistas pudieran llevar adelante la búsqueda de una mejor vida, la búsqueda de las soluciones pertinentes.

Jaime Bustamante. Soñador y poeta, maestro y motivador. Su entendimiento con los más jóvenes lo llevó a ser el mentor de una camada de muchachos y muchachas que, ya sea en Desamparados o en la zona Sur, lleva ahora su liderazgo, su poesía y su motivación dentro de sí mismos. Facilitador de procesos en donde la transformación podía darse desde la toma de conciencia de cada uno, Jaime siempre aportaba ese condimento que hacía falta para cuajar el cambio personal y colectivo.

David Maradiaga. Activista, poeta, luchador. Un incitador a la irreverencia, un escritor de futuro en cualquier copa. Logró comprometer la poesía con su lucha y su lucha con la poesía. Su risa ancha, su aguda mirada y su profundo humanismo podían echar andar cientos de motores de quien haya podido compartir algunas horas de reflexión, de poesía o de charla de trasnoche. Su ímpetu y fuerza vivaz continúan siendo inspiración para toda una generación.

5 de diciembre de 2008

El regreso del "Che-TI"

Hoy quiero compartir con ustedes un artículo de Marcos Guglielmetti sobre el aprovechamiento de los recursos que nos da la internet y el trabajo solidario de muchos desarrolladores de software libre. De paso, en el artículo Marcos nos da la dirección de un buscador alternativo al Google y que luego de utilizarlo, me dio más y mejores resultados.

Dicen que cuando uno logra reírse de uno mismo es que ha alcanzado cierta dosis de sabiduría, pero Fontanarrosa aclara que cuando alcanzó la sabiduría ella lo miró y le dijo: "Ya me alcanza cualquiera".

En todo caso, este es mi artículo de regreso a las páginas de MasterMagazine.info, un lunes 1 de Diciembre de 2008, luego de tres meses de viajes por el país y activismo por el Software Libre, lo cual supuso charlas en Universidades, programas de radio, talleres en Centros Sociales Okupados, filmación de eventos, Congresos de debate, etc., sobre una actividad que interesa no sólo al autor de este artículo, sino que -desde hace años- viene cambiando el mundo. Sino miren Wikipedia, que es totalmente software libre, o miren con qué funciona Google, que si bien no libera prácticamente su software, lo usa y es GNU/Linux: allí reside su potencia... eso por nombrar sólo dos casos de éxito (el segundo, un tanto contradictorio, ya lo veremos).

Internet opera en las mentes de los habitantes de todo el planeta con acceso a la red y va modificando no sólo la forma de pensar, sino también la forma de actuar, la televisión ya no es el medio más atractivo, ahora la gente puede construir en las pantallas, la redes sociales crecen y se multiplican, e incluso hay estudios sociológicos que dicen que las personas que utilizan TICs (tecnologías de la información y la comunicación) son más sociables... eso está por verse, pienso.

A la vez, Internet ha sido centralizada justamente por servicios como Google, tal centralización va contra su espíritu originario y estructural: la red es descentralizada, no tiene por qué pasar por Google toda forma de acceso. Tenemos varias alternativas de búsqueda de contenidos, tal es el caso de http://re.search.wikia.com

Google, con su imagen No Evil (no ser malo, o no ser diabólico) nos vende una mentira: fagocita todo lo que tiene a su alcance, es el caso de YouTube como modelo, y crea servicios como Gmail o Google Docs, que privan a sus usuarios de utilizar el software con cualquier fin, estudiar cómo está hecho, copiarlo y distribuir copias mejoradas, con lo cual privan la posibilidad de realizar tal aporte a la comunidad: es software privativo. El problema no es sólo Google, este es el mejor ejemplo del fenómeno Cloud Computing, o computación en las nubes.

Hasta hace poco, ni Free Software Foundation tenía una política más o menos clara con respecto al Cloud Computing, Richard Stallman declaró que se trata de una trampa.

Lo loco es que la famosa moda del Cloud Computing (que supone que los datos están cada vez más en computadoras ajenas a uno, en vez de estar almacenados en nuestros HDs, CDs, DVDs, etc.) es eso: moda, "imposición" del marketing, inercia, etc., dado que cada vez el espacio de almacenamiento es más barato y el ancho de banda también, no es necesario regalar los datos personales y privados a empresas como Microsoft, Yahoo, Google o cualquier otra empresa privativa.

Tus cartas de amor son tuyas (como suele decir un amigo), también lo son tus claves de seguridad, tus documentos de trabajo, tus conversaciones con seres queridos y no queridos, todo debería ser como vos quieras, y si es personal y privado, debería quedar fuera de la mira de un tercero.

El regreso del Che-TI abre diciembre, entonces, con un grito de batalla contra la pérdida de derechos humanos básicos en la red de redes, el Artículo 17 del "Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos" deja bien en claro que nadie debería ser objeto de injerencias arbitrarias o ilegales en su correspondencia, entre otras cosas. No digo que las empresas del Cloud Computing no respeten esto (tener en cuenta que la legislación que vale es la del país en el que reside la persona), sino que los usuarios de tales servicios pierden en los hechos el derecho a la privacidad al dejar en sus manos toda su correspondencia, incluyendo fotos, videos, charlas, etc.

¿Alguna solución?

Ya lo veremos de modo más extenso, pero digamos que contratar un proveedor de Hosting con cientos de cuentas de mail puede costar menos de 2 dólares por mes, así evitamos la injerencia del Cloud Computing y descargamos nuestros mails en disco rígido ¿es tan caro tener privacidad? Otra solución más extrema sería convertir nuestra propia PC en servidor, algo que estaremos explorando en estos días.

Durante estos tres meses en los cuales estuve ausente de las páginas de MasterMagazine sucedió de todo, entre las cuestiones más destacables, Firefox 3.x se fue consolidando, Richard Stallman estuvo por estas tierras, EEUU usará GNU/Linux en algunas escuelas, Obama ganó la presidencia en su país y había prometido instalar OpenOffice.org (esto en verdad es destacable por lo contradictorio del fenómeno: ¿software libre para oprimirnos mejor?).

4 de diciembre de 2008

Contradicciones navideñas

Ayer mismo les escribí sobre la sensación que me embarga durante la época navideña y la forma en que me convenzo de que todos a mi alrededor comparten ese sentimiento. No obstante, el avance del día me hizo caer en la cuenta de que todo no es tan "lindo" como nos lo hacemos creer.

Tuve que salir a hacer algunos mandados y redescubrí lo terrible que es vivir en una urbe que, aunque no tan grande como la Ciudad de México, Nueva York o cualquier capital europea, sí es suficientemente grande y desordenada como para convertirse en un caos. Tomé conciencia nuevamente del hecho de que en la calle nadie te mira a la cara (porque si así fuera empezaríamos a sospechar), las personas caminan como si estuvieran solas en las aceras y se ignoran las normas de cortesía que en otro tiempo te obligaban a cederle el asiento a las personas mayores, a los niños y a las mujeres. Ahora tienen que emitir una ley para que nos obliguen a ceder el asiento a personas con capacidades reducidas o no aptas para el mundo que hemos construido.

Eso sin mencionar la lucha silenciosa (y a veces no tanto) entre peatones y conductores de vehículos; en la que los peatones cruzan la calle por donde se les ocurre y los conductores, si no te tiran el carro (cual toros en la plaza), te ignoran por completo y solo están pendientes de que la luz roja (que en su criterio no debería existir), se cambie a verde.

Esta es la realidad. Muy diferente de la ensoñación en la que caigo cuando llega el mes de diciembre. Pero estoy convencida de que depende de cada uno de nosotros transformar los sentimientos positivos que nos genera la época, en acciones donde la cortesía y las buenas costumbres (que no es la doble moral que ahora prevalece), tomen un lugar privilegiado; donde saludar a la gente, cruzar miradas y sonrisas a las personas que nos topamos, ceder el campo a las personas mayores, a los niños y a las mujeres (que caballerosidad no es debilidad), serán las armas que faciliten la lucha contra la deshumanización del medio.

3 de diciembre de 2008

Diciembre

No sé si les pasa lo mismo que a mí, pero el inicio de los vientos de diciembre (que este año han venido acompañados de mucha lluvia), me emociona notablemente. Ver por todos lados los colores navideños (que van desde el rojo y verde tradicionales, al blanco, azul, dorado y otros más); esa sensación de que todos están felices y sonrientes, a pesar de los problemas cotidianos; los recuerdos de navidades pasadas vividas con los seres queridos (que te entristecen cuando ya no están cerca, pero das gracias por los momentos vividos). Todo esto y mucho más representa lo que es la navidad para mí.

De este sentimiento se aprovechan los comerciantes, pues ven en los aguinaldos que se reparten este mes, la ocasión de hacerse con ese dinero. Así es como empiezan a verse por todas partes avisos que te empujan a consumir en forma irracional. Terminas lleno de cosas que no necesitas y no sabes siquiera el motivo por el cual las compraste. Es importante que, de la mano de la alegría que nos embarga, vaya una fuerte dosis de racionalidad para evitar caer en excesos. No debemos olvidar que lo más importante en estos días es estar cerca de nuestros seres queridos y darles muestras de nuestro cariño.

Esto no significa que debamos gastar en regalos caros; por el contrario, lo más importante es demostrar nuestro cariño por medio del esfuerzo personal. Por ejemplo, si somos buenos en la cocina, podemos preparar algunas galletas; si somos buenos con el uso de la tecnología, podemos copiar las canciones preferidas de alguno de nuestros familiares o amigos; si lo nuestro es el dibujo... qué tal un retrato... son infinitas las posibilidades que nos da la época, y que no debemos desperdiciar cayendo en el consumismo (sobre este tema, les recomiendo la columna de Rónald Díaz en Informa-tico.com).

Ayer, por ejemplo, disfruté de los villancicos interpretados por varios coros en la Plaza de la Cultura, y fue muy agradable compartir ese rato con las personas que se detenían de sus carreras cotidianas para disfrutar del canto. En ese momento, todos somos conocidos, pues en las letras de las viejas canciones navideñas, que son un legado de la humanidad, está el sentir de los pueblos de todas las épocas y de los diferentes países. Me pareció interesante el comentario de uno de los directores de coro, pues mencionó que muchos villancicos eran de autor desconocido... anónimos; inmediatamente pensé que era porque se trataba de la creación de un pueblo, de la manifestación de un sentir popular que cada año recogemos, entre sonrisas y, ahora, cubiertos por bufandas y guantes.

2 de diciembre de 2008

Variaciones - Fabián Dobles

Y hay dolor del viento.
Gemido entre la noche
que no termina, llega
cabalgando por sobre
ese recuerdo ilímite
de minutos salobres
perdidos entre techos
y entre ventanas... Oye;
su voz está cantando
antiguas canciones
debajo, en las raíces
que hay en la piel del hombre.
Hay el dolor del viento.
Tú lo sabes. ¿En dónde?
Él te dirá su signo,
te contará su norte
en esa oscuridad
que no termina. Corre.
Que hay dolor del viento
esperando tu nombre.

*************

De ti hasta el agua
hay la distancia sólo
de una sutil burbuja inexplorada.
Sabe su geografía recóndita
y exacta
el ojo sorprendido
del pececillo que saltó a la playa.
Conoce su honda gruta
diminuta y perdida,
horizonte del sueño y del hallazgo,
el recental que por las tardes
baja a beber el cielo claro
en el cristal fresco y temblante.

Sólo tú y sólo yo
no hemos podido todavía encontrarla.

******************

En: Fabián Dobles, Obras Completas, Tomo V. San José, C.R.: Editorial de la Universidad de Costa Rica, Heredia, C.R.: Editorial de la Universidad Nacional, 1993.

1 de diciembre de 2008

Viaje a Barra Honda

Este fin de semana no actualicé el blog porque estaba fuera de San José. No sé si ya se los comenté, pero estoy inscrita en el Club de Montañismo de la Universidad de Costa Rica y el sábado y domingo estuvimos de gira en el Parque Nacional de Barra Honda. Al llegar al parque, luego de un largo viaje (pues se ubica en la provincia de Guanacaste), iniciamos una caminata en dirección a la caverna Terciopelo. Tuvimos que bajar por una escalera de 17 metros e internarnos en ese mundo subterráneo que me evocó el viaje al centro de la tierra de Julio Verne.

En un inicio pensé que mi claustrofobia sería la que haría displacentero ese viaje a las entrañas de la tierra, pero le ganó el vértigo y los minutos que duró la bajada y posterior subida por la escalera de ingreso a la caverna (gracias a Dios, con todos los elementos de seguridad necesarios, para disminuir mi angustia). Ya en la caverna, disfruté mucho de las formaciones producidas por el agua que lentamente y a través de los años adornan su interior. De pronto me vi pasando por pequeños agujeros para acceder a las diferentes salas y disfruté enormemente del experimento del guía al hacernos apagar las luces de nuestros focos para escuchar el silencio que lo embarga todo.


Se trata de uno de esos viajes imperdibles que todos los habitantes de este país debemos hacer. Los invito a participar en el club de montañismo, pues representa una forma de acceso a las bellezas de nuestro país. Es una bonita oportunidad en la que lo más importante es el deseo de estar cerca de la naturaleza y muchas ganas de caminar para disfrutarla a plenitud.