El príncipe es un texto del diplomático y teórico político italiano Nicolás Maquiavelo, dedicado a Lorenzo de Médicis. Es por esto que, a pesar de que al inicio distingue entre dos tipos de gobierno: la república y el principado, es a este último al que se refiere el texto. Lorenzo de Médicis fue un gobernante de facto; a la muerte de su padre, se hace cargo del Estado florentino, en constante enfrentamiento con el Reino de Nápoles.
Algunas de las conclusiones principales del texto de Maquiavelo son las siguientes:
· Existen diferentes principados según cómo se forman y cómo se gestionan.
· Para construir un nuevo gobierno se pueden utilizar las armas o la virtud.
· La mejor forma de mantener un principado es dar continuidad a lo que se había estado haciendo.
· Un buen príncipe se forma en el arte de la guerra.
· Es clave que el príncipe se rodee de buenos consejeros.
· La virtud es importante, pero también el vicio, pues este puede generar respeto.
Si bien es cierto Maquiavelo escribe en el contexto de los siglos XV y XVI, el análisis ahí realizado puede claramente aplicarse al mundo del siglo XXI. La visión de autores como Yuval Noah Harari iban encaminadas a afirmar el fin de los principales males de la sociedad humana: la peste y la guerra. La pandemia vino a mostrarnos que aún tenemos muchos retos que enfrentar en pro del bienestar de las personas. En cuanto a las guerras, Harari señala en sus textos que solo se dan conflictos regionales; no obstante, el impacto de la invasión rusa a Ucrania conllevó la alteración de las cadenas de distribución a lo largo del mundo. Con la globalización, se ha relocalizado la producción. En el caso de Costa Rica la agricultura se ha visto muy afectada, pues se ha dedicado a la producción de grandes territorios en la siembra de frutas para la exportación; en tanto los alimentos básicos se han desplazado a la importación, con la supuesta afirmación de que es más barato comprar lo producido en otros países.
El caso es que aún no hemos resuelto todos nuestros problemas como sociedad y, en lugar de promover el bienestar de todas las personas en todos los países y territorios del planeta, continuamos con enfrentamientos internos y externos.
Varios de los consejos que Maquiavelo da al príncipe son hoy totalmente válidos; incluso, se trata de un texto que no ha perdido vigencia y es básico tanto en las ciencias políticas como en el derecho.
Hay tres ideas que son fundamentales y que podrían ser hoy la base de la manipulación de masas:
1. La gente es más bien estúpida.
2. La gente se fía de lo que está ante sus ojos.
3. El príncipe debe saber esto para manipular a su gusto.
El político que desea llegar al poder es una especie de prestidigitador que muestra un truco a su público, el cual no se entera de lo que ocurre tras bambalinas. Para ello, el político debe conocer el arte de la guerra, que si bien es cierto Maquiavelo partía de la lucha armada (donde el ejército era un activo vital para mantener el poder), también tenía que ver con otro tipo de enfrentamientos. Para ello es vital que el político se disgregue entre la persona y el político propiamente, entre el deber ser y el ser. La faz política de una persona muchas veces es diametralmente opuesta, pues debe recurrir a acciones que no son afines con su comportamiento habitual (en la mayoría de los casos). Es por ello que muchas veces nos parece que emiten discursos contradictorios, pues los ajustan a las circunstancias y al público al cual van dirigidos. Un político puede ser violento o benevolente, dependiendo de lo que le convenga en ese momento para alcanzar sus objetivos.
El príncipe debe hacer lo que tenga que hacer para mantener el poder. Y es algo que cotidianamente vemos en gobernantes como Maduro, tratando de anular las elecciones para definir la candidata de la oposición; Ortega, encerrando en la cárcel o quitando la nacionalidad a sus opositores, o Bukele, quien en contra de disposiciones constitucionales pretende iniciar un tercer mandato.
En muchos países no es posible recurrir a la violencia, así que muchos políticos recurren a instrumentos como la mentira, la posverdad o, en tiempos más recientes, al uso de las redes sociales o la inteligencia artificial para propagar su discurso.
No es raro que se atribuya a Maquiavelo la frase “el fin justifica los medios”, que si bien es cierto no es utilizada por el autor, resume en cierta medida la forma en que el príncipe debe maniobrar o ajustarse, según el contexto, para conservar el poder, que es su fin último.
Pero no podemos pensar que el poder como tal es exclusivo de los gobernantes. Aunque el gobernante de un país tiene cierto grado de poder, las recomendaciones de Maquiavelo pueden ser aplicadas por cualquier otra persona; por ejemplo, en el ámbito empresarial o, incluso en el deporte, si pensamos en los manejos que se han dado en la FIFA.
El caso es que para conservar la buena voluntad de los ciudadanos, para que sigamos consumiendo sus productos o servicios -en el caso de los empresarios- o disfrutando de los deportes -sin cuestionarnos si existe corrupción o no en los entes federativos-, los políticos, gobernantes o empresarios recurrirán a la manipulación mediática. Hay muchos conceptos que se han acuñado en ese sentido, como el ecopostureo, que es cuando empresas contaminantes anuncian sus políticas en pro del ambiente.
Para acercarnos de mejor manera a los recursos utilizados para manipular a las masas, es importante citar a Noam Chomsky y Edward S. Herman, quienes en Los guardianes de la libertad proponen diez estrategias de manipulación:
1. La estrategia de la distracción: El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales en las áreas de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado y ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja como los animales.
Como ejemplo de esta estrategia Pedro Baños señala en su texto El dominio mental, la atención que provocan en la actualidad los programas de chismes o la telerrealidad; también podríamos citar el fútbol, que aparte de distraernos (pues muchos aficionados no solo ven los partidos, sino que consumen todos los programas donde se comentan esos partidos), nos divide, pues nos separamos a partir de nuestra afiliación deportiva. No es raro escuchar en programas de entrevistas que pregunten: ¿saprissista o manudo? Otro caso que se presenta en Costa Rica es la insistencia en las jornadas 4x3, donde las personas trabajarán 12 horas durante cuatro días, sin contar los tiempos de traslado. Es claro que no le quedará mucho tiempo libre a esa persona para informarse de lo que ocurre en su entorno y, en esos tres días, probablemente esté recuperándose del agotamiento producido por la jornada intensa.
2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una ‘situación’ prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que este sea demandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
En Costa Rica tenemos el ejemplo del actual Gobierno (Rodrigo Chaves Robles), que en forma reiterada ha afirmado que la Caja Costarricense de Seguro Social está quebrada; incluso detuvo la programación del desarrollo de infraestructura y ha detenido muchos otros proyectos y programas que se han venido desarrollando, con la excusa de que debe revisarlos porque desde su perspectiva están ligados a situaciones corruptas. Y, en tanto realiza estas afirmaciones, deja de pagar lo que le corresponde como patrono y como Estado, de forma que en cierta medida afecta la estabilidad de la Caja.
3. La estrategia de la gradualidad: Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, durante años consecutivos. De esta manera fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990 condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo): Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad laboral, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes. Cambios que habrían provocado una revolución si hubiesen sido aplicados de una sola vez y no de forma gradual, tal y como se ha dicho.
Baños ilustra esta práctica con la imagen de una rana que está dentro de una olla con agua fría, la que poco a poco va aumentando su temperatura. Como el impacto es gradual, la rana -o el pueblo, en otras situaciones- no reacciona a tiempo.
4. La estrategia de diferir: Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como ‘dolorosa y necesaria’, obteniendo la aceptación pública en el momento para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que inmediato. En primer lugar, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Segundo, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia ingenua a esperar que ‘todo irá mejor mañana’ y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.
Esta ha sido una de las principales estrategias utilizadas por nuestros gobernantes. El ejemplo clásico es el del gobierno de Abel Pacheco, en el cual no se tomaron decisiones necesarias. Al final, cuando un gobernante, presionado por el tiempo perdido en gobiernos anteriores, toma una decisión, pierde prestigio y la posibilidad de mantenerse en el poder. Mucho de ello ocurrió con el anterior gobierno del PAC, que luego fue castigado por los votantes y ni siquiera accedió a la Asamblea Legislativa. En cambio, Abel Pacheco es recordado como un gobernante bonachón.
5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discursos, argumentos, personajes y entonaciones particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador, fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intenta engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantil. ¿Por qué? Si uno se dirige a una persona como si tuviese 12 años o menos, entonces, debido a la sugestionabilidad, esta tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción más infantil desprovista del sentido crítico de un adulto.
Este es un recurso utilizado por muchas personas, incluso también es un mecanismo habitual en la machoexplicación, donde se utilizan apelativos como mi chiquita, mi amor, etc., para a continuación dar una explicación no solicitada e innecesaria. Si se desconoce la naturaleza de este mecanismo (machoexplicación), es probable que al final hasta se agradezca la condescendencia.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión: Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional y, finalmente, neutralizar el sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o insertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones o inducir determinados comportamientos, etc.
En las últimas elecciones este ha sido el principal recurso al que han recurrido los políticos, para que las personas voten por aquello que responde a sus creencias y para separarnos y dividir a la sociedad. Así, es más común que la pasión generada por esa división nos impulse a ir a votar contra el otro.
7. Mantener al pueblo en la ignorancia de la mediocridad: Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. La calidad de la educación dada a las clases inferiores debe ser de la peor calidad, de manera que la brecha de la ignorancia, que separa las clases inferiores de las clases superiores, sea y permanezca incomprensible para las clases inferiores. Con tal discapacidad, incluso los mejores elementos de las clases inferiores tienen poca esperanza de destacar sobre los demás en el estrato social que les ha sido asignado en la vida. Esta forma de esclavitud es esencial para mantener un cierto nivel de orden social, paz y tranquilidad para las clases superiores dirigentes (armas silenciosas para guerras tranquilas).
La principal arma que podría tener una persona es la educación. Históricamente, la educación permitió que en Costa Rica se consolidara una clase media. Con las medidas económicas iniciadas en los años noventa y con el deterioro de la educación, esa clase media ha ido desapareciendo poco a poco y muchas personas han ingresado al grupo en pobreza. En tanto, un grupo pequeño se ha enriquecido notoriamente, lo que nos ha convertido el país en el cual el índice de Gini denota la mayor desigualdad.
8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad: Inducir al público a creer que está de moda ser estúpido, vulgar, inculto, mal hablado, admirador de gente sin talento alguno. Despreciar al intelectual, exagerar el valor del culto al cuerpo y el desprecio por el espíritu.
Desde el actual presidente (Chaves Robles) hasta muchos de los influenciadores que encontramos en todas las redes sociales, hay un culto a la barbarie, a la ignorancia, a la superficialidad. Como mencionaba Baños, nos hace falta leer más, informarnos más y mejor, ser más críticos. Esta es la situación que ha generado la grave crisis en la educación y la grave crisis económica, que expulsa a las personas de escuelas y colegios.
9. Reforzar la autoculpabilidad: Hacer creer al individuo que solamente él es el culpable de su propia desgracia, debido a la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico y social, el individuo se autoevalúa y se culpa a sí mismo, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción y, sin acción, no habrá reacción ni revolución.
Este es otro discurso del que las elites económicas nos han convencido: de que sus bienes provienen de su propio esfuerzo; ignorando que muchos capitales son heredados y facilitados por la corrupción.
10. Conocer a los individuos mejor de lo que estos se conocen a sí mismos: En los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una brecha creciente entre los conocimientos del público y los conocimientos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, ‘el sistema’ ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológica. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control y un poder sobre los individuos mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
Baños escribe ampliamente sobre este tema. La facilidad con la que ingresamos nuestros datos y contamos nuestra “aparente” vida en redes sociales, nos hace pensar que la tecnología sabe más de nosotros que nosotros mismos. No obstante, hay que tener en cuenta que muchas veces construimos una imagen en las redes sociales, a partir de ideales impuestos. Tenía mucha razón el oráculo de Delfos al decir “conócete a ti mismo”, pero no es en redes sociales en donde nos hallaremos.
La cultura, la lectura y el arte nos permitirán ese viaje introspectivo, por eso son tan peligrosas para los gobernantes.
En resumen, los
planteamientos de Maquiavelo son totalmente válidos hoy en día. Debemos
conocerlos para estar alertas y exigir un comportamiento ético a nuestros
gobernantes; pero, igualmente, cada uno de nosotros también debe mostrar un
comportamiento ético.